20 diciembre 2005

La diosa de la Barranca


Martli-xotchil Acal-xubj —azucena tersa y tan pura que cualquier mirada indiscreta tiende a marchitarla— languidece entre sollozos.

Su cuerpo se agita cual nerviosa gota de rocío dentro del ancho jade de una hoja de danta.

Como princesa del Tenderí ha sido dedicada de por vida al culto de Xipaltomal, la diosa virgen que exige castidad. Pero Martli-xotchil Acal-xubj fue profanada un día por los ojos de azabache de Tezic, un guerrero hermoso y valiente, pero sin ascendencia divina. Aunque es un héroe de la tribu, Tezic es un pobre mortal.

De la boca rosa encarnada de la princesa no pueden brotar mentiras, de modo que su padre, el cacique Necuderit es conocedor de la pasión que Tezic ha despertado en su hija. En trance tan doloroso convoca a su monéxico. Los ancianos también aman a Martli-xotchil Acal-xubj, pero tienen que castigar aquel incipiente pensamiento impuro. Los códices dicen que la pena que se debe aplicar a la princesa es el destierro, y los viejos lloran igual que los antiguos robles legañosos de Dipilto al tener que comunicar a su princesa y sacerdotisa el veredicto: “Tendrás que permanecer durante toda tu vida más allá de los límites del Tenderí, en el Cerro de la Barranca, desde el cual a lo lejos podrás mirarlo”.

Martli-xotchil Acal-xubj se fue acongojada por el camino que lleva a Masaya. Los tenderises la vieron perderse en el primer recodo y quedaron desde entonces con el rostro triste.

De aquel tiempo hacia acá camina la leyenda.

Martli-xotchil Acal-xubj vio pasar los años, y si bien tenia que envejecer, Xipaltomal le concedió la gracia de rejuvenecer por momentos, cuando ella así lo deseara. Aunque vivia a media legua del pueblo, ella era el don del Tenderí, el espíritu que vigila, la deidad que ama, cuida y castiga a los suyos.

De la Barranca bajan armonías divinas que sólo los escogidos pueden escuchar. Es la princesa que llora cantando. En la cumbre del cerro está su casa que sólo los elegidos pueden ver. Y sólo ellos pueden mirar a Martli-xotchil Acal-xubj.

La princesa puede aparecer con toda la divina belleza de su juventud, o como la cuasi momia horrorosa y decrépita que es. Sale al camino para salvar y aconsejar al bueno, o para perder y “juzgar” al malo.

Pero no sale de repente, no es su intención sorprender, sino que el vidente bendito o maldito la ve venir a lo lejos, sobre el camino. Si viene juvenil y esplendorosa el alma del mortal se ensancha de regocijo y felicidad a cada paso que avanza hacia ella. Si se aproxima como bruja, los cabellos de la víctima se erizan, se desgonzan las piernas, y sobre la frente corre un sudor de alquitrán congelado que quema y aterroriza.

(leyenda Nicaraguense)

Fuente: http://www.manfut.org/


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2 comentarios:

Unknown dijo...

Para nuestra querida vecina bloggera, una nicaraguense que no olvida sus raices...
Saludos Isa, saludos a todos!

Anónimo dijo...

Ay que linda! Muchas gracias que honor! Me empeño y me empeño amiga en no olvidar mis raices aunque esté bien lejos de mi tierra...

Muchas gracias...